Como descubrir nuestra verdadera identidad

Lo que creemos ser

Para descubrir hasta qué punto nos conocemos a nosotros mismos, conviene preguntarnos: ¿Cuáles son las cosas que me irritan y me alteran? Si las pequeñas cosas tienen el poder para molestarnos, entonces eso es exactamente lo que creemos ser: un ser insignificante.

Si la paz es lo que realmente deseamos, debemos elegir entonces la paz.  Si la paz fuera más importante para nosotros que todo lo demás y si supiéramos de verdad que somos espíritu en lugar de un pequeño yo, no reaccionaríamos, sino que nos mantendremos totalmente alertas frente a situaciones o personas difíciles.  Aceptaremos inmediatamente la situación y nos haríamos uno con ella en lugar de separarnos de ella.

La forma como reaccionamos ante las personas y las situaciones, especialmente en los momentos difíciles, es el mejor indicador del conocimiento real que tenemos de nosotros mismos.

Las personas que viven en estado profundo de inconsciencia experimentan el ego viendo su reflejo en los demás.  Cuando reconocemos que aquellas cosas de los demás que nos producen una reacción son también nuestras (y a veces sólo nuestras), comenzamos a tomar consciencia de nuestro propio ego.

Lo que no somos, el cuerpo del dolor.

Cuando estés consciente de tu cuerpo del dolor, no caigas en el error de pensar que hay algo malo en ti.  El reconocimiento debe ir acompañado de aceptación.  Aceptar implica permitirnos sentir lo que sea que estemos sintiendo en el momento para luego soltarlo y dejarlo ir.  Recuerda la premisa “esto también pasará”.

Mi ejercicio para estar presente, en el aquí y él ahora es: 

  • Cierro los ojos, hago dos o tres inhalaciones lentas y profundas.  Esto me permite calmar la mente, enfocarme y conectarme de manera eficaz con la parte de Dios que habita en mí. 
  • Acepto que existen cosas y personas que me irritan y alteran.   Visualizo una a la vez. 
  • Observo sin juzgar, cómo suelen manifestarse en mi cuerpo los pensamientos, ideas o creencias a través de sensaciones.  Cuando las puedo ver sin juzgarlas, el ciclo de lo que llamamos mal-estar, dura pocos segundos y desaparece.  El malestar es solo un recordatorio para volver al amor.  Me perdono.  Elijo mi paz. 
  • Dejo ir la idea de tener la razón.  No hay nada que fortalezca más al ego que tener la razón.  Tener la razón es identificarse con una posición mental, un punto de vista, una opinión, un juicio o una historia.  

Carolina Alcázar

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