Decía el poeta Alexander Pope en una célebre cita que “errar es de humanos, perdonar es divino, rectificar es de sabios”. Al leer esta frase viene a mi mente cuando escuche a Gaby Pérez Islas decir: “no es lo mismo creer que saber”. Daba el ejemplo de la muerte. Todos sabemos que nos vamos a morir, pero nadie lo cree, si lo creyéramos viviríamos de una manera más plena y consciente. Y por qué te comento esto, porque, aunque se considere intrínseco a la naturaleza humana equivocarse, hasta donde yo sé, a nadie le gusta cometer errores, y saber que lo comete tampoco. Creo que eso se debe en primer lugar a que no aceptamos como buena la acción de equivocarnos y en segundo lugar porque no fuimos instruidos cuando niños a aprender de ello, por eso somos capaces de volver a cometer los mismos errores hasta que por hartazgo o sufrimiento nos hagamos conscientes de ello.
Por su parte Octavio Rascón dijo: «Se aprende más de nuestros errores que de nuestros aciertos». La enseñanza que se obtiene de un error es mucho más valiosa y relevante que la que se desprende de los buenos momentos. Fallar nos enseña sobre nosotros y sobre el mundo, nos ayuda a clarificar quienes somos, lo que deseamos y lo que no. Nos muestra qué acciones nos llevan a la felicidad y cuales a la frustración.
Mas allá de los posibles errores que hayas cometido o de las malas decisiones que hayas tomado, existen cualidades y atributos que posees en tu condición de persona y eso nunca los perderás, aunque la sociedad o tu familia quieran hacerte creer lo contrario.
Si te duele, enoja o entristece haber cometido errores, hazte consciente de ello lo antes posible, porque el sentimiento de dolor nos impide aceptar que nos hacemos más daño con el recuerdo, que con lo que nos sucedió. Como dijo Viktor Frankl: “Incluso en las peores circunstancias hay algo bueno.” Perdona y Perdónate.
El pensamiento es causa, la experiencia es efecto, si no te gustan los efectos qué hay en tu vida, tienes que cambiar la naturaleza de lo que hay en tu pensamiento. En tu pensamiento radican el problema y la solución. ¿Cuál vas a elegir?
Tu zona de confort nunca te dejará avanzar. Si lo que eliges es seguir alabando tu imagen de grandeza que tienes de ti misma, déjame y te cuento que el precio que pagas por no ver los problemas que tienes es muy alto. Si tienes el valor y la humildad suficiente y enfrentas la realidad a tu ego no va a gustarle nada porque preferiría seguir ignorando el problema para que no puedas ver lo valiente que puedes ser.
Ya por último y no por ello menos importante, te recuerdo que el fracaso es un gran maestro, no el destino final, y que no se trata de alcanzar la meta sino en quién te conviertes al hacerlo. ¿Qué te han aportado tus errores? ¿Quién serías sin esos aprendizajes? A mí me ha servido seguir indagando y mirar a través de los ojos de la posibilidad y el asombro.
Carolina Alcázar