He estado analizando sobre la necesidad que tenemos como humanos de tomarnos un respiro que nos permita poner claridad en aquellos aspectos de nuestra vida que por parecer confusos o contradictorios nos llevan muchas veces a padecer o vivir conflictos internos que nos hacen sentir desorientación, angustia y ansiedad.
He aprendido que cuando necesitamos realizar cambios, la mejor forma de hacerlo es tomando consciencia del efecto que la acción evaluada tiene en nuestra vida. Al reflexionar podremos confirmar si eso sobre lo que estamos analizando es algo que está a favor o en contra nuestra, si lo que estamos haciendo es algo que debe seguir o si son situaciones que ya no es posible sostener y es necesario ponerles un punto final.
Reflexionar es sin lugar a duda, un ejercicio que vale oro porque nos confronta. Mentirse a sí mismo es una acción que tiene efecto negativo y el resultado no se va a hacer esperar. Lo vas a sentir en forma de malestar en tu cuerpo y tu subconsciente te lo va a recordar en forma de insatisfacción mental. El cuerpo lo hace saber generando tensión, dolor de cabeza, dolor de estómago, dolor de garganta, con erupciones en la piel, por mencionar algunos. Tu subconsciente por su parte lo hace a través de sentimientos de tristeza, enojo, soledad, angustia, culpa, vergüenza, miedo.
Al estar produciendo esta reflexión para ti, me tomé unos minutos para buscar en mi interior la verdad o la causa real del por qué, postergó escribir los blogs y las guías para grabar los audios de Telegram, hasta el momento en que Judith me dice: Carolina, necesito nuevo material. ¿Sabes cómo lo hago? Distrayéndome con otras acciones o situaciones de menor relevancia. Música de suspenso.
Las mentiras a las que más recurro son: “lo hago en un rato, ya le mandé material, no urge producir más, de hacerlo tengo”. Todas esas excusas que me doy se derivan de mi costumbre de procrastinar o retrasar las tareas que debo atender y las sustituyo por otras más irrelevantes o agradables por pereza a realizar aquellas con las que me comprometí a llevar a cabo. Hoy, por ejemplo, sabiendo que ofrecí entregarle a Judith varios audios y blogs, me puse a regar el jardín.
Buscando en mí corazón la respuesta encontré que la excusa que me doy es: Regar el jardín es algo que disfruto mucho, me relaja, me encanta ver como la tierra absorbe el agua y las plantas se limpian. Y es verdad, me gusta mucho, pero siendo honesta contigo y conmigo, regar el jardín es algo que puedo hacer en cualquier otro momento.
¿Sabes qué verdad descubrí detrás de mis excusas al procrastinar?
El Espíritu Santo me dijo: “Eres adicta a la premura del tiempo”. Para quedar más clara con esa frase que surgió espontáneamente en mí corazón, busqué en Google el significado de lo que significa la premura del tiempo. Esto encontré: “Premura es un concepto que proviene de la lengua italiana y que se refiere a la rapidez, prontitud, apremio o apresuramiento. Algo que debe realizarse con premura, por lo tanto, tiene que concretarse sin perder tiempo”. ¡BOOM! Eureka. El hallazgo ¡Me voló el cerebro! Mi corazón latió aceleradamente confirmando la verdad de la que me estaba haciendo consciente. Soy adicta a hacerlo todo de prisa. La adrenalina de la prisa me ha llevado a la práctica de la impuntualidad, me conecta con la impaciencia y con la intolerancia, por mencionar algunos defectos de carácter que he podido reconocer que tengo y en los que he puesto el corazón para poder corregirlos, pero de ello te platicaré con más detalle en alguno o varios de los episodios de A solas con Carolina.
Y tú ya reflexionaste sobre ¿Cuál es la mentira a la que más recurres?
Carolina Alcázar