¿Escuchar o acusar a mi cuerpo?

Hace pocas semanas tuve la oportunidad de escuchar en una clase magistral de la Dra. Claudia Cano, una serie de conceptos sobre la forma dolorosa y limitante en la que muchos aprendimos sobre cómo relacionarnos con nuestro cuerpo.  Hizo énfasis en que el cuerpo todo el tiempo nos da información de que algo está pasando y que acusarlo y exigirle le agrega carga.  

De forma amena planteó cómo podemos aprender a relacionarnos con el cuerpo a través de preguntas, y cómo nos beneficia poder permitirle hacer las cosas a su ritmo.  Uno de los más grandes beneficios que mencionó, es poder hablar de forma natural con las moléculas que conforman nuestro cuerpo para moverlas (transformarlas).

¿Te gustaría tener una relación amorosa con tú cuerpo? A mí sí.  Era mi sueño desde que tengo uso de razón.  Ahora sé que para que eso sucediera, era necesario plantearme una serie de preguntas que me permitieran tener un panorama más claro sobre cómo me estaba relacionando de forma inconsciente con mí cuerpo.  

Quiero empezar a compartir contigo en esta nota varias de esas preguntas que te permitirán también transformar la relación que actualmente tienes con tu cuerpo.  Podrías aquí y ahora decirle a tu cuerpo: ¿cuerpo, así como estas me encantas? Yo no podía. Y si a ti te sucede lo mismo, te invito a que te hagas cada una de las siguientes preguntas para que puedas tú también hacerte consciente de qué y cuáles son algunas de esas creencias limitantes que ya hiciste tuyas.

¿Estarías 100% dispuesta a recibir a tu cuerpo tal cual es, lo que es, como es, como se ve, lo que hace por ti y lo que hacen juntos?  Si estás dispuesta, contesta de la manera más honesta las siguientes preguntas, mentirte a ti misma en las respuestas no tiene sentido, tú eres la única persona que tiene el poder de mejorar la relación que hasta el día de hoy has tenido con tu cuerpo.   

  • ¿Qué juicios o expectativas tienes de cómo debería verse tu cuerpo? 
  • ¿Cuántas de esas expectativas son tuyas? Muchas de ellas no son nuestras. En mi caso, fue mi mamá quien me dijo desde pequeña: “Debes cuidar siempre lo que comes para no engordar.  Eso me dijo el médico cuando naciste”.  El mayor problema no está en lo que mi madre me dijo, sino en que yo me compré la sentencia médica que ella reforzó y la hice mí verdad.  
  • ¿Cómo se debe ver mi cuerpo? ¿Cómo debo actuar en él?
  • ¿Qué no está siendo mi cuerpo de lo que yo creo que debería de ser?
  • ¿Cuánto estoy esperando que mi cuerpo haga lo que quiero y a la hora que quiero? 
  • Estarías dispuesta a preguntarle a tu cuerpo ¿qué le gustaría hacer?
  • Si yo confiara en mi cuerpo ¿cuánta información recibiría de él de lo que él desea?
  • ¿Qué agenda secreta tengo respecto a que no puedo bajar de peso fácilmente?

Pueden parecerte preguntas sin mayor trascendencia, pero no lo son.  Mentirnos al responderlas puede crear confusión entre lo que deseas y lo que logras en la relación que tienes con tu cuerpo.  

Para concluir quiero comentarte algunos de esos cambios: 

Ahora ya no acuso a mi cuerpo, le hablo y en lugar de acusarlo le hago preguntas como: oye cuerpo, algo cambió (subí de peso, bajé de peso) ¿qué requieres para volver a cambiar otra vez?  ¿Puedes sentir lo liviano de la pregunta? Yo sí.  ¿Sabes por qué? Porque no le acuso ni le exijo, me comunico con respeto con él.  

Es maravilloso estar reaprendiendo a relacionarme con mi cuerpo, en mí deseo de permitirle crearse a sí mismo, en el proceso de las preguntas le dije: ¿cuerpo cómo te gustaría verte? Me respondió: “Libre de tus señalamientos de flacidez y celulitis Carolina”.  Lloré, fue inevitable.  Pude sentir su dolor. Llegar a este nuevo punto de partida, fue consecuencia de haber respondido con honestidad las preguntas acá planteadas, hacerlo me permitió hacerme consciente de cuánto dolor le infringía a mí cuerpo.  

Ahora soy consciente que al agradecerle a mi cuerpo no puedo tener un juicio sobre él. Y en esta nueva relación que estamos creando, le hablo y me habla, le escucho y me escucha.  Le agradezco en cada amanecer: el estar y sentirse vivo, le agradezco el trabajo reparador que hizo para mí en mis órganos durante la noche, y con una sonrisa le pregunto: Cuerpo ¿cuántas nuevas aventuras podemos tener hoy?  Con energía, alegría y buen ánimo me dice: Todas las que estés dispuesta a experimentar de forma amorosa.  Y agrega: Gracias Carolina por atender qué es lo que deseo y necesito.  Por supuesto que estoy dispuesto a crear contigo una vida maravillosa y grandiosa hoy y siempre. 

Mi nueva declaración es: Mi cuerpo es mi aliado, es mi amigo, puedo confiar en él.  

Carolina Alcázar

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