No merecimiento y sus conexiones – Parte 1

Tengo tres semanas aproximadamente practicando la meditación “Deja de ser tú” de Joe Dispensa.  No te puedo explicar, está bien, intentaré hacerlo, los regalos que ha traído a mi vida practicarla.  Algunos de los temas que han surgido para sanar son: la ansiedad, el miedo, el enojo, la frustración, el reproche, la queja, el no merecimiento, entre otros.  En esta oportunidad como habrás notado en el título, compartiré contigo lo que descubrí en mi interior sobre el no merecimiento.  Pero antes de entrar en materia, no está de más que te cuente que previo a tener estás experiencias, hice todos los días durante dos semanas otra de sus meditaciones que también encuentras en YouTube de nombre: “Sobrenatural”.  Creo que hacer esta meditación previamente, facilito que pudiera sacarle mayor provecho a la meditación: “Deja de ser tú”.  

En estos días estoy practicando otra de sus meditaciones: “Reacondicionando el cuerpo a una nueva mente”.  Los beneficios van en aumento de una forma exponencial, tanto, que a mí misma me sorprende.  Por lo que he experimentado a través de esas 3 meditaciones, se decirte que cuando estamos dispuestos genuinamente a sanar nuestras creencias limitantes, nuestro cuerpo y mente están dispuestos a servir como puente para que entremos en contacto con aquello que estamos listos para soltar y sanar.   Tu disposición a querer hacerte consciente durante la meditación, te permitirá escuchar, ver, o sentir aquellos eventos a los que le diste significado y valor de dolor o herida que estén relacionados con lo que ya estas listo para soltar/sanar.  

Bajo la influencia de uno de los hábitos de mi viejo ser, querer tener el control, intenté en dos o tres oportunidades elegir intencionalmente una emoción o sentimiento específico para soltar durante la meditación, pero no lo pude hacer.  ¿sabes por qué? Porque cuando estaba en media meditación me daba cuenta que “se me había olvidado” qué era eso que había elegido soltar, así como lo lees, suena loco, pero así me sucedió las tres veces que intente escoger la creencia, herida, sentimiento, programa automático memorizado, dile como desees, porque finalmente entendí que no está bajo mi control lo que yo iba a sanar o soltar en ese momento, porque era mi alma la que sabía qué o cuál era la creencia que necesitaba contactar durante esa meditación para poder hacerme consciente de las sensaciones corporales que experimentaba mientras ese pensamiento estaba presente en mi mente.  

En la meditación guiada Deja de ser tú, te plantean este tipo de preguntas: 

• ¿Qué emoción deseas soltar? 

• ¿Qué sensaciones produce esa emoción en tu cuerpo? 

• ¿Cuál es el estado mental que habitualmente que esa emoción te provoca? 

• Se te pide que admitas que has estado actuando o sintiendo.  (Acá en esta fase, es donde puedes ver con claridad lo que por años has sostenido en forma de sufrimiento por sentirte víctima de las circunstancias).

• Se te pide que reconozcas que el poder de la Consciencia Universal es real (así le llama él a Dios).  Que esta Consciencia ya te conoce, no te juzga, solamente te ama.  (Esta es mi parte favorita). 

• Que digas en voz alta qué es lo que deseas cambiar o soltar.

• Que digas que ya no quieres ser parte de ese estado limitado del Ser.

• Que te des cuenta que es hora de liberar el cuerpo de la mente.

• Que es hora de cerrar el vacío entre quien aparentas ser y quién eres para liberar tu energía.  

• Que liberes tu cuerpo de los vínculos habituales que te mantienen conectada a todo, a cualquier lugar, y a todo el mundo de tu realidad pasada y presente para que puedas dejar de ser eso que llamas tú.  

Esas son solo algunas de las preguntas de la meditación a través de las cuales te van guiando.  En lo personal se decirte que me encanta ser testigo y observar cómo pasan algunas imágenes o recuerdos de eventos vividos, también puedo volver a experimentar los sentimientos y sensaciones que me produjeron cuando acontecieron tales situaciones: enojo, tristeza, miedo, ansiedad, angustia, etc. según sea el caso, cada una de esas sensaciones vividas, dejó una huella o marca en mi cuerpo o subconsciente, donde quedó grabada.  Estas marcas se activaron tantas veces como mi mente o ego interpretaron una situación como amenaza o peligro.   No te asustes, sentirlas es necesario en el proceso de sanación, ¿sabes por qué? Porque mandaste esas experiencias a tu subconsciente con la idea de protegerte a ti misma y para sanar una herida emocional, es necesario hacerte consciente del dolor que te produjo, y la intensidad con la que lo interpretaste, así podrás sin hacer un juicio de valor, abrazarlo, dejarlo estar por un momento para luego dejarlo ir dándole las gracias por la enseñanza que trajo a tu vida.  

Contactar el no merecimiento, produjo en mí: dolor y tristeza.  Pude ver y sentir tres ideas oprimiendo mi corazón: 1- Que tenía que hacer mucho para merecer recibir.  2- Que para tener derecho o acceso a algo que deseaba hacer o al que quisiera ir, tenía antes que ser aprobado o permitido por alguien más, y ese alguien era mi mamá. 3- Que nunca pude complacer o llenar las expectativas de mi mamá porque no fui el tipo de hija que ella deseo que yo fuera. 

Aparecieron en mi mente, esto sucede a una velocidad rapidísima, cuatro situaciones de las que me pude hacer consciente inmediatamente: 1- comprarme zapatos (no hay dinero), 2- ir a la piscina o al cine (obligación de ir antes a misa) 3- ir a fiestas con mis hermanos mayores (no puedes ir porque tú eres de los cuatro pequeños) mí mamá no tomaba en cuenta ni mi comportamiento ni mis buenas notas para tomar la decisión, yo era de los pequeños y esa clasificación bastaba para que yo no lo mereciera.  4- Ir al retiro en Antigua Guatemala con mis compañeras de colegio, no se me permitió porque la condición era terminar los guantes que estaba haciéndole como regalo para el día de la madre.  No me gustaba tejer y por más que ponía atención a la explicación que me daba la maestra, a la hora de hacerlo no me salía y me volvía a deshacer lo poco que había avanzado.   Odie hacer los guantes, bueno, en realidad nunca los termine.  Saqué por lo tanto mala nota.  Mi mamá se quedó sin regalo ese día de la madre y yo me quedé sin poder ir al retiro.  Al evocar este último recuerdo, entendí o pude ver con claridad por qué sentí tanto enojo durante mucho tiempo en mi vida, fue porque al “tener que hacer algo que no quiero hacer” para mí significaba: “si no haces lo que te digo, no mereces”.  

En los cuatro eventos, arriba descritos, a los que tuve acceso durante la meditación, pude percibir cuánto enojo, frustración e impotencia experimenté en cada uno de ellos.  Se hizo latente también cuántos deseos de ser grande tenía para ya no tener que pedirle a nadie permiso para salir cuando quisiera y a dónde deseara ir, quería también poder trabajar para tener dinero y poderme comprar lo que me gusta o necesite.  Sentí también miedo, esto me lo generaba la idea de que no fuera a ser bien visto lo que yo deseaba hacer, y fuera a generar mi deseo que me rechazaran.  

Soltar esas ideas, sentimientos, pensamientos, creencias de enojo, tristeza, miedo, frustración, impotencia, no merecimiento, que afloraron durante la meditación generó en mí mucho alivio, me sentí más liviana.  Visualicé en una parte de la meditación imágenes de hilos, muchos hilos de color blanco plateado saliendo de mi ombligo dirigiéndose hacia mis pies y entregándolos a la Madre Tierra.  Luego pude soltar también el dolor y la tristeza que sentí en el corazón, estos hilos salían del corazón y de la cabeza hacía el cielo.  Fue una meditación hermosa y sanadora.  

En otro blog te contaré de qué otras cosas pude hacerme consciente la misma mañana de la meditación del no merecimiento, mientras realizaba mi caminata matutina habitual.  Es increíble darse cuenta que cuando la mente está abierta y dispuesta a sanar nos podemos hacer conscientes de muchas cosas, incluso ya fuera de la meditación.  

Carolina Alcázar

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