El Miedo, el origen de la emoción y sus beneficios

¿Qué es el miedo?

Estamos genéticamente programados para sentir miedo. En el ser humano como en muchas otras especies, el ADN despierta una respuesta de temor ante potenciales depredadores.

Desde la psicología, el miedo es un sentimiento de desconfianza real o imaginaria, que impulsa al individuo a creer que va a suceder algo negativo, produciéndole una gran sensación de malestar, preocupación y en un gran número de ocasiones la sensación de pérdida total del control.

¿Cuándo nace el miedo en el ser humano?

El miedo, comenzó siendo algo positivo en las sociedades prehistóricas, que salvaguardaba a nuestros antecesores de peligros como los depredadores, las inclemencias del tiempo y demás amenazas, colaborando así en la supervivencia de la especie.  

En la actualidad existen 2 tipos de miedo: Adaptativo.  Patológico.

Miedo adaptativo: Es un mecanismo de supervivencia y de defensa que permite a la persona responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia.  El miedo es útil para escapar o evitar los peligros, sin embargo, también es una barrera que puede interponerse en el disfrute de una persona y en caso de que sea excesivo, puede llegar a bloquear y a impedir el transcurso de una vida normal.  

Miedo patológico. Este tipo de miedo suele activarse con mucha frecuencia de manera desproporcionada ante umbrales de peligro muy bajos, pudiendo llegar a generar un terror incontrolable y prolongarse indefinidamente. 

A nivel psicosomático, el miedo al estar asociado a los riñones, bloquea la energía renal.  Es negativa cuando se siente de forma prolongada por situaciones de peligro imaginarias, afectando directamente a la boca del estómago.

Reacciones corporales originadas por el miedo:

Estudios afirman que el miedo es la emoción que más consecuencias produce en nuestro interior.  Cuando sentimos miedo, nuestro cuerpo reacciona produciendo una secuencia de efectos, tanto físicos como psicológicos.  

El mecanismo que desata el miedo se encuentra, tanto en personas como en animales, en el cerebro, concretamente en el cerebro reptiliano, que se encarga de regular acciones esenciales para la supervivencia, como: comer y respirar, y en el sistema límbico, que es el encargado de regular las emociones, la lucha, la huida.

La respuesta al miedo comienza en una región del cerebro denominada amígdala, ubicada en el sistema límbico, encargado de regular las emociones y funciones de conservación del individuo. Cuando la amígdala detecta una fuente de peligro, desencadena los sentimientos de miedo y ansiedad, provocando reacciones fisiológicas tales como:  aumento de la presión arterial, aumento en los niveles de azúcar en la sangre, actividad de alerta cerebral, sudoración, dilatación de pupilas, descenso de la temperatura corporal, aumento del tono muscular llegando incluso al agarrotamiento.

Miedos comunes:

Te invito a que amplíes la lista, estos solo son algunos de los que vinieron a mi mente: Miedo a morir.  Miedo a hablar en público.  Miedo a ser abandonado.  Miedo a ser rechazado.  Miedo a la crítica.  Miedo a la pobreza.  Miedo a la vejez.  Miedo al fracaso.  Miedo al éxito. Miedo al cambio.  Miedo a no gustar.

Enfermedades que causan los miedos: Depresión.  Abuso de sustancias.  Insomnio.  Problemas digestivos o intestinales.  Dolor de cabeza.  Aislamiento social.  Problemas en el colegio, universidad, o trabajo.  Mala calidad de vida.  

¿Cómo enfrentar el miedo?

Reconoce que tienes miedo.  Céntrate en tu respiración.  Obsérvalo. ¿Tiene textura, tamaño, forma, olor y color? Pónselo. Dáselo.  Visualizarlo puede ayudarte a hacerlo tangible. ¿De 0 a 10 qué intensidad tiene? Pregúntale qué quiere decirte.  Guarda silencio y escúchalo. No rechaces el miedo.  Si peleas contra él lo resistes y se hará más fuerte.  Insistirá y regresará las veces que sea necesario hasta que lo atiendas.  El miedo es tu aliado no tu enemigo. 

¿Qué te ayuda a disminuir el nivel de miedo? Que aceptes que puedes equivocarte, que puedes fallar y que no vas a gustarle a todo el mundo.  Hacerte consciente que no todos te van a querer.  Recuérdale a tu miedo que a las personas adultas no las abandonan, las rechazan y que si te rechazan no pasa nada, ya habrá otras personas que si te querrán y desearán estar contigo.  Si el miedo te supera por favor pide ayuda profesional.  Empequeñecerte no ayuda al mundo. No hay nada inteligente en encogerse para que otros no se sientan inseguros a tu alrededor.

Y tú, ya sabes ¿cuál o cuáles son tus mayores miedos? Los míos eran: miedo a ser abandonada, miedo al fracaso y miedo a no gustar.  Estoy aprendiendo a deshacer esas creencias limitantes para poder experimentar la vida en paz y gozo.  Te dejo la oración que estoy usando: 

Ayúdame Padre, a renunciar a lo que no es tuyo.  

Ayúdame Padre, refuerza mi mente para que pueda darme cuenta que: ser abandonada, fracasar y no gustarles a otros son ilusiones de mí mente, que no hay nada en este mundo, que sea más grande que yo, cuando me agarro de tu mano.  

Ayúdame Padre, te entrego mi mente, te la devuelvo, restáurala, hice mal uso de ella, me he creído separada de ti.  

Ayúdame Padre, a restablecer la comunicación contigo.  

Ayúdame Padre, sostén mi mano, mi confianza, mi dirección y que no se haga en mí sino tu voluntad.   Amén. 

Carolina Alcázar

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